domingo, 4 de agosto de 2019

HOMILÍA: MISA DE APERTURA DEL CONGRESO MISIONERO EUDISTA 2019

TOMAR LA VIDA DE OTRA MANERA

De la Eucaristía de apertura del II Congreso Misionero Eudista
"Sembradores de Esperanza 2019"
Por el Pbro. Martín Solano CJM

     Un saludo a toda la familia Eudista, a toda la familia misionera que hoy comienza este importante congreso SEMBRADORES DE ESPERANZA. 
     Precisamente hoy la lectura nos va a llevar a eso, a sembrar la esperanza cuando tomamos la vida de otra manera. Las lecturas de hoy son una invitación a ver las cosas desde otra perspectiva, de forma diferente a como el mundo la ve con sus ojos egoístas y cegados por las apariencias que no llevan a nada.
     Comencemos con la primera lectura: el libro del Eclesiastés nos llama a no afanarnos por las cosas que no tienen importancia, o por lo menos, por la importancia aparente, sino que debemos aspirar a cosas mejores, a cosas que realmente valgan la pena. Este mundo que vivimos es un mundo que está tan obsesionado por cosas banales que pensamos que eso es lo que importa y que sin eso nuestra vida no tiene sentido. ¿Pero qué es lo que realmente importa, a qué aspirar?
     La segunda lectura nos da una maravillosa respuesta: aspirar a los bienes de arriba. Nuestro bautismo nos lleva a un compromiso de vida, a aspirar a lo que realmente vale la pena y que no tiene parangón. Somos seres de otro mundo, somos gente que ve las cosas diferentes o que debemos verla de forma diferente, porque, querámoslo o no, estamos imbuidos en este mundo de apariencias que nos invita a no alzar nuestra mirada a aquello que es realmente valioso. Por eso san Pablo es preciso: Hemos muerto a esta vida para vivir la vida en Cristo.
     Si queremos ver qué significa esto, entonces debemos ubicarnos en el evangelio de hoy. Jesús, fiel a su mensaje, en esta parábola nos señala cómo él ve las cosas. La propuesta es de solidaridad, de vernos como hermanos. Esto es lo que hacemos cada vez que salimos de misión a los pueblos y caseríos donde somos enviados. Mostramos a un Dios diferente a este mundo, un Dios que apuesta por las personas y no por las cosas, por los hermanos y no por los objetos. 
     El necio que se preocupa por acumular pensando sólo en él, es una clara expresión de lo que este mundo nos está diciendo hoy, dos mil años después de que Jesús dijo esta parábola. Cuando nuestra preocupación es mi vida, mi yo, mi ego, entonces no he entendido a Jesús. Nuestra preocupación no puede ser ‘yo mismo’ sino los otros. Nuestro tesoro no es la tierra ni lo que ella nos ofrece. Un misionero eudista entiende que su tesoro es Dios y por eso hemos apostado desde hace casi 100 años en Venezuela por esta realidad. 
    Este es nuestro criterio de sabiduría: es mucho más profundo que la primera lectura porque nos da las pautas de nuestro actuar. ¿Qué es lo esencial en nuestra vida? La realidad de nuestra vida no está en lo superficial del tener, sino en la profundidad del SER.
     No se trata de mí, de ser bueno porque con eso me gano a Dios, de hacer obras buenas como si se tratara de méritos para comprar a Dios. Se trata de ser libres para pensar que yo no soy el centro y que hay hermanos a los que seré enviado para mostrar el amor de Dios. Se trata de pensar más allá de nosotros.
     Eso es tomar la vida de otra manera: apostando por lo que Jesús nos enseña, aunque a la gente no le parezca, aunque los otros no entiendan. De esto se trata la vida de un misionero, de nadar contra corriente para demostrar al mundo que vale la pena apostar por aquello que sí llena y que no lo puede dar este mundo. SOMOS LOS MISIONEROS DE LA MISERICORDIA ENVIADOS POR EL PADRE DE LAS MISERICORDIAS A REPARTIR LA MISERICORDIA A TODOS NUESTROS HERMANOS.

04/08/2019



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